¿Evaluamos para quién?
Hace ya algún tiempo una madre de familia un poco furica visitaba mi aula a las 8:30 de la mañana solicitando revisara una calificación de una alumna (su hija), el problema por más complejo que se tornará no era la habilidad de esta madre de familia de levantarse temprano arreglarse y maquillarse o la habilidad de buscar el más mínimo detalle para justificar mi falta de precisión en la anotación de un número que pegaba en el ego de la madre y en la construcción personal de mi alumna hasta ese momento repleta de puros números diez en sus libretas, yo, además de pasmado me quede enajenado en aquel examen que me mostraba y en aquellos artículos, textos y monografías adquiridos en la papelería de la esquina las cuales aún olían ha guardado. Entre justificaciones y alegatos termine cediendo ante la madre (que eso si hay que reconocer su espíritu de combate) y le anote una mejor calificación a la alumna para devolverla a las glorias de los dieces brillantes y reluciente, intente sobre todo devolverla a aquel paraíso que solo algunos son capaz de presumir en edad adulta (cuando era niño llevaba muy buenas notas), una vez gestada la Azaña de modificarle el numerito me convertí por lo menos en las siguientes semanas en un buen profesor y hasta un regalo decente recibí en el día que hemos escogido para festejar a nuestros de-formadores.
Toda esta historia por más trivial o común parezca me lleva a una serie de reflexiones, la primera enfocada a repensar la labor evaluativa en el proceso de formación, pues en la cotidianidad solo nos queda decir ¿para qué evaluamos? o ¿para quién?, las respuestas son otras series de preguntas ¿para la SEP?, ¿para quedar bien con los papás?, ¿para elevar nuestro ego?, ¿para etiquetar a nuestros estudiantes?, ¿para cubrir con el requisito de la SEP?, todas las respuestas estarían enfocadas a la última, si de ante mano muchos sabemos que la calificación del 5° bimestre ya no es fidedigna por que los famosos tiempos siempre son más importantes que la labor en sí. Las metodologías por más complejas que parezcan nos llevan a pensar en una evaluación como un abismo entre lo que son nuestros estudiantes y lo que esperamos que aprendan, en este tenor el aprendizaje es durante toda la vida y la evaluación es por demás durante toda la vida, en la subjetividad de la educación jamás podremos decir de manera numérica que cantidad de conocimientos posee cierto alumno, es más difícilmente sabremos si realmente aprendimos lo correcto pues esto se manifestará realmente cuando la persona se integre totalmente en la sociedad.
En la actualidad los enfoques sobre la valoración que se le da a los conocimientos es muy variada desde las perspectivas clásicas (hay que mencionar que estas se siguen aplicando) hasta las más novedosas que incorporan elementos más cualitativos, sin embargo se uno u otro modelo no se debe olvidar que la evaluación para lo único que sirve es para mejorar el proceso, otro punto muy importante es incorporar un marco teórico bien estructurado que no nos de la claridad para no mezclar una educación enfocada en el estudiante con una evaluación centrada en los proceso, en el peor de los casos estaremos simulando y llenando los portafolios con trabajos y exámenes con preguntas que no significan ningún avance cognitivo en un nivel elevado o como en las escuelas primarias siguen calificando al alumno más destacado a partir de un examen, lo peor de esto es que los profesores compran esa idea y pregonan de mártires educativos algunas veces recibiendo regalos costoso, mientras el alumno ha pasado despestañado horas de estudio extra y memorístico, esta relación de complicidad entre los profesores - burocracia excesiva –padres de familia –alumnos, lo único que nos arroja es resultados simulados.
Una evaluación autentica sugiere una serie de herramientas que sean capaces de poder determinar que tanto el estudiante ha colaborado en su aprendizaje y cuan interés ha puesto en su aprendizaje, el docente ya no es el juez que pone estigmas en los alumnos 10,8, 7 o 5, muy bien, regular o malo, una evaluación real estaría encaminada al ser de los estudiantes, que integre y que signifique la mejora del estudiante y del alumno.